Hic Svunt Dracones
Hace aproximadamente cuatro años, Pablo Llarena, por aquél entonces presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), que es la asociación profesional mayoritaria entre la judicatura española, nos confió a un grupo de jueces jóvenes la labor de promover una renovación ideológica en nuestra asociación, un esfuerzo que debía comenzar por Cataluña para contagiar después al resto de jueces jóvenes del país.
Durante los veinte años anteriores, APM se había distinguido en el plano ideológico por la defensa de una “idea de juez profesional”, una noción que enfrentaba con naturalidad frente a un modelo de justicia con un tasa elevada de interinidad. APM advertía de las insuficiencias de ese modelo y reclamaba que el Poder Judicial español estuviera únicamente formado por jueces profesionales y de extracción mayoritariamente procedente del sistema clásico de oposiciones, reclamando igualmente la regresión de las vías de acceso a la carrera judicial a través del tercer y cuarto turno. Se trataba de conformar un cuerpo profesional de élite, como punto de partida para la mejora posterior de todo el sistema judicial. Pero nunca hubo una sucesión clara para ese sustrato ideológico.
Porque hace cuatro años ese plano de pensamiento se encontraba ya largamente agotado, pues la aspiración concreta en la que se materializaba estaba más o menos satisfecha. Como en tantas otras partes, la consecuencia de ello era que la carrera judicial en general y la APM en particular se encontraban huérfanas de un cimiento ideológico claro, que interviniera como aglutinador del colectivo y para que todos los jueces españoles pudieran verse reconocidos en él y conformar un grupo profesional cohesionado, capaz de avanzar en una misma dirección. Por eso las consecuencias de la crisis económica y moral que ha asolado España durante la última década han sido también evidentes en la carrera judicial. Nuestra asociación no podía construirse con intereses puramente sindicales, porque ninguno de esos intereses encuentra una correspondencia particular con nuestro ámbito profesional, que es muy singular. Así, desprovistos de intereses pragmáticos y corrientes como la conservación del puesto de trabajo o la ambición de mejoras económicas sustanciales, dado que ni lo primero estará nunca en cuestión ni lo segundo se alcanzará efectivamente jamás, esa crisis sorprendió a los jueces españoles desnudos de las únicas aspiraciones que pueden sostener cualquier administración cuando todo lo demás se resquebraja a su alrededor: una visión nítida de la trascendencia pública del servicio constitucional que se nos ha encomendado prestar. Por eso los jueces españoles han sido víctimas propicias para las nuevas corrientes populistas, que también tienen una penetración muy evidente en la carrera judicial y que, aunque disimulan mal las solas ambiciones personales de sus instigadores, acabarán por ser mayoritarias mañana de no combatirse hoy decididamente.
El encargo de Llarena se materializó en propuestas iniciales y sencillas pero cargadas de ambición: luces de norte con las que atraer a otros jueces catalanes para construir un grupo sólido que precipitara después la colaboración y el desarrollo de tantas otras iniciativas. Por esa razón impulsamos el primer foro de debate judicial permanente en España: “Foro Compromiso”. Nuestro ánimo era el de abrirnos a la sociedad, permanecer atentos a los nuevos escenarios del derecho, concediendo a los jueces catalanes una oportunidad de reciclaje jurídico y de expansión intelectual y cultural, manteniendo un diálogo constante con los principales agentes de las esferas profesional y universitaria. Las sesiones de discusión se desarrollaron en un contexto distendido y encontraban en la presencia de un invitado de prestigio la excusa para mantener un diálogo entre todos los asistentes. Durante los últimos cuatro años, “Foro Compromiso” ha contado con la intervención de personajes de la mayor relevancia en el plano institucional, empresarial y académico y con la participación regular de un grupo nutrido de jueces y otros profesionales catalanes.
El próximo día 22 de noviembre, “Foro Compromiso” celebrará una nueva sesión en Barcelona. Contará con la intervención de la Fiscal General del Estado, que introducirá el tema de discusión “Deontología del Ministerio Fiscal”. La trascendencia de la sesión no solo se evidencia por la altura de la invitada y la profundidad del tema de discusión propuesto, sino porque supone la incorporación de la Asociación de Fiscales en la organización de la actividad. Yo, que participé de la construcción de este espacio y de esa incipiente renovación ideológica de APM, contemplaré por primera vez desde la distancia la celebración de una sesión de “Foro Compromiso”. Lo haré con una mezcla encontrada de sentimientos de nostalgia, agradecimiento y orgullo, si se me permite, por un trabajo bien hecho y una continuidad para el Foro, asumida con la misma ilusión con la que otros construimos ese espacio hace cuatro años.
El encargo de Llarena era terrible por la envergadura de la empresa, por nuestras limitaciones y por nuestra falta de experiencia. Al menos, con lo andado ya hemos constatado que son necesarios hombres y mujeres nuevos para un compromiso nuevo que modernice el Poder Judicial español y que, por añadidura, participe de la renovación moral que precisa el conjunto de la sociedad española. Nuestros días son los de una profunda crisis en el sistema político y económico europeo y es necesario reinventar algunas de nuestras cosas en común para revertir esta situación. Pero no puede afrontarse esa tarea sin una sólida base ideológica que sirva para sostener los esfuerzos y definir las aspiraciones. Para alcanzar eso, no se trata de hacer un alarde de ingenio o de probar soluciones extravagantes. Hay que reencontrarse con las virtudes: coraje, generosidad y paciencia. No se puede construir lo justo si no se ha aprendido antes su verdadera dimensión moral. Hay que identificar a los egoístas e inocuizarlos. Combatir el engaño populista con una introducción clara en el pensamiento crítico. Tampoco podemos ignorar que hay que acudir en búsqueda de “la gente” hablando a sus emociones y atendiendo sus necesidades más concretas.
Aquí hay dragones. Para la superstición medieval, en los territorios inexplorados, las zonas angulosas y oscuras de los mapas del mundo, habitaban criaturas mitológicas y otros tantos peligros. Por eso había que cuidarse mucho al poner los pies en el camino, porque cualquier ruta podía conducir hasta un territorio desconocido. En Barcelona, un puñado de buenos jueces y fiscales saldrán el próximo día 22 de noviembre, de nuevo, al encuentro de los dragones.
Mucho éxito en tan noble proyecto y difícil singladura, pero con honestidad, profesionalidad “coraje, generosidad y paciencia” todo se consigue.
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Enhorabuena. Ánimo y adelante.
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Poetico y vibrante, Eduardo!
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