Los jueces de Canet

(Artículo publicado en La Razón, 19/12/2021)

Hace unos días la consejera de Justicia de la Generalitat se quejaba de que el uso del catalán en los juzgados se encontraba en una situación precaria, solo el 7,4 % de las sentencias se redactan en ese idioma. En clave independentista la diferencia entre porcentajes se estrecha tanto que un 25 % es una barbaridad y el 7,4 % tan poco que exige la construcción de otro “plan nacional”, el “Pacto catalán por la justicia”.

Siempre es de agradecer a la consejera del ramo que dé con la clave exacta de los verdaderos problemas de la justicia, y no solo eso, sino también que luche por los derechos de la gente en vez de buscar el siempre eficaz agravio. Aun así, no deja de sorprenderme la voz de alarma, ya que en nueve años que llevo destinado en Cataluña nunca he sentido que ningún ciudadano haya visto constreñido sus derechos lingüísticos, pudiendo usar el idioma cooficial que ha querido. La normalidad consiste precisamente en eso, en respetar la diferencia. Ay, bendita normalidad.

Pero como se sabe, la normalidad siempre da problemas y provoca comportamientos subversivos y peligrosos que es necesario corregir. Y ahí aparece nuestra heroína para combatir a los rebeldes jueces que todavía escriben sus sentencias en español. Para luchar contra ellos nos propone al juez del futuro, el juez “km 0”. El juez como producto de proximidad – los mejores tomates los nuestros, no los de fuera – y arraigado en la tierra – no confundir con llevar años viviendo aquí, formar una familia y comprarte una casa, eso no es integración. Desechemos al ideal de juez con sólidos conocimientos jurídicos, brindemos por el juez de la terreta.

Y para lograr esa nueva normalización se acude al auxilio de la sociedad – nadie lo esperaba -, pidiendo la complicidad de todos los agentes implicados para ayudar en el nuevo gran pacto de estado. El justiciable que debe velar por el uso correcto del idioma. Los colegios profesionales como comisarios que denuncien desvíos lingüísticos. La ciudadanía como responsable de la adecuada aplicación del plan.Los jueces de normalidad de Foucault. Más garantistas. Más presentes en el tejido social, moviéndose por los pasillos de los juzgados, comprobando la recta diversión de los niños en los recreos, manifestándose en las puertas de los colegios acusando con el dedo al diferente. En el fondo hay que entenderlo, solo persiguen nuestra conversión al “monopensamiento”. Habrá que esforzarse para conseguir entrar en las listas judiciales del arraigo. Ahora que el viejo San Pedro ya no está, veremos quién es el nuevo guardián de las puertas del reino de los cielos. Quiero convencerle de que soy un buen producto de proximidad.

(Imagen: Soplones, Capricho número 48, Francisco de Goya, Museo Nacional Del Prado)

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